Se puede confiar en las malas personas. . . No cambian jamás.
La sabiduría suprema es tener sueños bastante grandes para no perderlos de vista mientras se persiguen.
Lo más triste del amor es que no solo no puede durar siempre, sino que las desesperaciones son también olvidadas pronto.
Las mujeres no son más que órganos genitales articulados y dotados de la facultad de gastar todo el dinero del hombre.
Lo que se considera ceguera del destino es en realidad miopía propia.
Algunas personas son amables solo porque no se atreven a ser de otra manera.
Inteligencia es el poder de aceptar el entorno.
Vivir en cualquier parte del mundo hoy y estar contra la igualdad por motivo de raza o de color es como vivir en alaska y estar contra la nieve.
Un hombre es la suma de sus desdichas. Se podría creer que la desdicha terminará un día por cansarse, pero entonces es el tiempo el que se convierte en nuestra desdicha.
Lo más triste es que la única cosa que se puede hacer durante ocho horas al día es trabajar.
Los que pueden actúan, y los que no pueden, y sufren por ello, escriben.
Un paisaje se conquista con las suelas del zapato, no con las ruedas del automóvil.
No te preocupes por ser mejor que tus contemporáneos o predecesores. Intenta ser mejor que tu mismo.
Siempre sueña y apunta más alto de lo que sabes que puedes lograr.
El pasado nunca se muere, ni siquiera es pasado.
Un hombre es la suma de sus propias desgracias. Podría creerse que la desgracia acabará un día por menguar, pero entonces es el tiempo el que se vuelve desgracia.
Un escritor debe enseñarse a sí mismo que la cosa más baja de todas es tener miedo.
Ernest Hemingway nunca ha utilizado una sola palabra que pueda enviar a un lector al diccionario.
El pasado no está pasado.
El pecado, el amor y el miedo son solo los sonidos que las personas que nunca pecaron, ni amaron ni han sentido miedo pronuncian pensando que saben lo que significan esas palabras.